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domingo, 11 de marzo de 2012

Un poema de Asunción Escribano (Antología, XLI)


Mompou / Victoria de los Ángeles, 1971

UNA LLAMADA ES COMO UN PRESAGIO

Te llamaba línea, y dibujaba tus contornos
en la arena, dejando disolver los límites
precisos en la anchura prodigiosa del abismo.
Curva, y moldeaba en ondas la armonía
de la tarde con su espesor de cauce.
Siembra, y las cosas restallaban
como trigo furioso bajo el viento.
Lluvia, y sentía amanecer la almohada
húmeda de jazmines ebrios y rocío.
Esperanza, y los niños se reían
con las manos abiertas, blancas y espumosas
de los estanques somnolientos en otoño.
Fuego, y en la noche palpitaban los perfiles
de los astros al son del cierzo sobre el río.
Te llamaba cirio y estiraba mi presencia
para rozar tu luz levemente con los dedos.
Te llamaba salmo e invocaba la música
del relámpago en abril y su haz de lumbre.
Te llamaba aire, conteniendo la respiración,
para asumir en una bocanada larga tu presencia.

Recibía tu llamada desde dentro, pero
afuera las cosas te gritaban. Señalaban
tu nombre y tu existencia como fiebres,
como llamaradas, como incendios bruscos.

Y te amaba en otros nombres sin saberlo.

© Asunción Escribano Hernández