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viernes, 30 de noviembre de 2012

La construcción del poema (VIII)

Bach: Arte de la fuga (fragmento inacabado)

La construcción del poema.- VIII
LA CONVERGENCIA DE LA TRADICIÓN
(Esencias y ramificaciones)


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LA CONSTRUCCIÓN DEL POEMA


Tras el desbocamiento del lenguaje en el texto anterior, un ejemplo de biendecir, en el que lo dicho aúna ramificaciones clásicas y provoca reverberaciones en el lector. Aunque ya publicado en este blog, bien merece insertarse aquí de nuevo (*).


14.-
Introducción.-
 La Literatura -como todas las artes o manifestaciones humanas- no dignifica al hombre por su noble retórica, ni es admirable por su soberbia arquitectura, o por su inteligencia... sino que se mantiene en el tiempo porque proyecta luz sobre la realidad exterior e interior y descubre la identidad del mundo, la existencia, el individuo, la colectividad: nos aproxima a una proteica verdad que pretendemos descubrir y se nos escapa porque el tiempo altera su rostro a fin de envejecerla y rejuvenecerla nuevamente.

Pero es cierto que hay rasgos humanos efímeros o circunstanciales, y otros esenciales y perennes. Y solo la sabia Literatura da cuenta de los laberintos y salidas que mantienen su vigencia en el transcurso de los siglos y milenios. Entonces es cuando el hombre se hace verbo: y los hombres sucesivos lo pronuncian. Verbo hay, afortunadamente, que ha puesto nombre a casi todos los rostros, y máscaras, del ser humano.


Ejemplificación.-
Veamos, como ejemplo de temas esenciales, "Mecánica terrestre", un poema del libro del mismo título de Álvaro Valverde:

                                   Lo mismo que una imagen
                                   recuerda a alguna análoga
                                   y una sombra a la fresca
                                   humedad de otra estancia
                         5        y un olor a una escena
                                   cercana por remota
                                   y esta ciudad a aquélla
                                   habitable y distante,
                                   así, cuando la tarde
                       10        se hace eterna y es julio
                                   todo expresa una múltiple,
                                   inasible presencia,
                                   y el agua es más que el filtro
                                   de lo que fluye y pasa
                        15       y la luz más que el velo
                                   que ilumina las cosas
                                   y el viento más que el nombre
                                   de una oscura noticia.


El poema tiene una arquitectura tan eficazmente sencilla como férrea; tanto que pudiera pasar desapercibida su simetría y trascendencia: construido sobre un ritmo heptasílabo, sus 18 versos tienen un eje sustancial formado por tres tramos semánticos encadenados en una sola frase (el autor, tal vez para evidenciarlo, ha evitado la grafía de las probables comas que marcarían las pausas fonéticas). Estos son sus semas:

Versos 1-8: breve enumeración de cotidianidades.
Versos 9-10: anclaje en un tiempo concreto.
Versos 11-18: invasión del asombro.

Los 18 versos están simétricamente repartidos:

 8 + 2 + 8

Aunque, en realidad, la estructura es la de breves núcleos de dos versos que van incardinándose mediante la anafórica copulativa y , solo una vez ausente de su anaforismo, que da fluidez y fugacidad al texto.

Los tramos vienen a traducirse semánticamente en 
                                "lo mismo que... / así... / es" 

A) El primer tramo, instalado en un tiempo sucesivo y monótono, lo configuran cuatro elementos que remiten comparativamente a otros cuatro similares, cada uno, como digo, ocupando dos versos:
imagen > imagen;
sombra > estancia;
olor > escena;
ciudad > ciudad.

B) El segundo tramo, también en dos versos, supone la condensación del tiempo en el instante. Lo cual permite, a la inversa, concluir que también el instante contiene todo el tiempo. En otro poema, el autor insiste sobre ello con una paradoja: "el instante, esa efímera razón de permanencia".

C) El tercero, mostración del instante intemporal, expone cómo se asoma el infinito oculto en la conciencia del cosmos o del hombre -uno y otro recíprocos espejos-. Igual que el comienzo de los conciertos 1 y 2 para piano de Prokofiev nos desubica y parece sumergirnos en otra dimensión, huyendo de lo indefinible, se enuncia simplemente la concreción en lo maravilloso del eterno fluir de lo anecdótico: el prodigio que ya contemplara, similarmente, el conde Arnaldos.

La simetría queda así:
sucesividad / instante privilegiado / manifestación del sortilegio


La elipsis como presencia.-
¿Qué va a ocurrir tras ese lance en el que se nos introduce sin describirlo? El poeta renuncia a majestuosidades y se queda con la alusión a la inefabilidad como expresión concreta de la multiplicidad de los sentidos: "todo expresa una múltiple, / inasible presencia". El agua, la luz y el aire dejan entrever su condición metafísica, su identidad de pasadizos hacia un más allá de los sentidos y de la materia. Parece que va a llegar lo indefinible transustanciador y se nos va a adentrar en la carne -o a florecer, por fin, desde ella- con el mismo vigor con el que se nos incrusta el Respighi de "Los pinos de la Vía Apia", uno de los crescendos más notables que yo haya escuchado.

"El aire se serena / y viste de hermosura y luz no usada", parece decírsenos, frailuisianamente, a partir del verso noveno. Y esa tarde de julio es algo más que un instante infinito. "La transparencia, Dios, la transparencia", que diría JRJ.

En el fondo, el meollo del poema pudiera ser esta oración principal a la que se le van adjuntando los meandros de los versos: En una tarde paramística de julio sentí el escalofrío de la plenitud.

Gerardo Diego lo "relata" de esta manera: "Era en Numancia, al tiempo que declina / la tarde del agosto augusto y lento. / La luz se hacía por momentos mina / de transparencia y desvanecimiento".

Sin grandes palabras ni exaltaciones métricas, con léxico sucinto y cotidiano, deviene lo mágico del instante eviterno. La consecuencia síquica sin causa física: la  transustanciación de la materia, la rozadura del éxtasis sin  religiosidades: el esplendor oculto de la naturaleza deshojando sus ascuas escondidas. Es la acechanza dulcísima de Teresa de Jesús, por ejemplo, desprovista de mixtificaciones: el M'illumino d' inmenso, del poema monoversal "Mattina", de Ungaretti: como si una divinidad apresada en la médula se escapase por una brecha de la racionalidad y reclamase su existencia exterior. (En otro  poema dice Valverde: "Con las últimas luces la mirada se pierde / luminosa de eterno").

De este modo, la "mecánica terrestre" -el río de la vida- consiste en un laberíntico flujo de frivolidades que desembocan inesperadamente en presencias metafísicas, presentimientos y clarividencias. Pues somos individuos tracendentes, esquirlas de una estrella, arcilla desde el cosmos.


La vigencia de un texto.-
¿Importa este poema al hombre actual? Creo que podría servir de prefacio para una antología de textos sobre la inmensidad. Porque ¿Quién no ha sentido en medio de la prosa cotidiana la percepción fugaz de un infinito?

Me pondré como ejemplo de sentidor de esas experiencias:
Desde mi primera adolescencia, inesperadamente y con pánico al principio, he sentido un íntimo fulgor que después me pareció descubrir en algunos poemas amorosos y místicos, y más aún, en la música. Era como si la belleza apresada en el tedio del escepticismo melancólico que me atenazaba burlase sus barrotes y convirtiera, por un instante solo, mi infierno en paraíso.

Y es la filtración del hombre anhelante en la monotonía cotidiana -la intuición, contemplación, arrobamiento y transfiguración de un locus amoenus, tal vez inaccesible- lo que sigue produciéndome fascinación, misterio, claridad: hipnosis inconcreta. 

Perseguidor de esas sensaciones, y perseguido por ellas, siempre he preferido Fray Luis a Juan de Yepes: porque este busca un cielo más allá de esta vida, y aquel el paraíso del sosiego en esta: eso lo hace humano, no un mendicante de milagros. Igual preferencia siento por Lope frente a Quevedo: carnalidad, no etereidad. Aunque una implica la otra y cada una me haya remitido a ambas. Empecé a comprenderme ante las páginas de Dostoiewski y Herman Hesse, entre otros muchos. Ahora este breve poema enuncia el instante intemporal y desemboca en él. Lo cual me lleva a concluir que tal presentimiento o intuición poseyó también a esos, y otros muchos hombres, que escribieron sobre ello: de modo que su contenido es patrimonio sustancial de la humanidad.

En resolución:
La belleza y trascendencia no son útiles solo para los sentidos sibaríticos. Son los músculos que vigorizan el espíritu y, por lo tanto, la sujeción de la materia carnal de todos los mortales. Estos versos recuerdan esa espiritualidad profana inherente al hombre que la sociedad ha ido marginando en su fuga hacia el progreso mecanicista y robótico. Su sustancia la sentía a flor de piel el homo sapiens de las cavernas, y la oculta la coraza con que la modernidad pretende insensibilizar la conciencia. De modo que este poema trata de uno de los temas esenciales que definen a ese ser "demasiado menor que chiquitito" (M. Hernández) que es, "considerado en frío, imparcialmente" (Vallejo), el ser humano: para que recuerde que no solo de pan y circo vive cada día, sino que su dimensión es más elevada. Su contenido nos remite a otros textos que dejan constancia de la metafísica que alberga "este armazón de huesos y pellejo" (Bécquer) convertido en el "ángel con grandes alas de cadenas" (Blas de Otero) que ya previera Baudelaire en "El albatros". Tal vez sea el èlan vital que hallamos a lo largo de la Historia en las huellas y fragmentos de identidad e inmensidad que ha ido arrojando en su camino: Platón, Plotino, materialismos, idealismos ... Todo ello demuestra que la dicotomía cuerpo / espíritu no es una oposición, sino una unión indisoluble. Y que lo mejor está en esa parte, lugar o utopía que a veces nos asalta. Nombre o identidad de ese otro ser nuestro cuyo rostro queda "allí donde la pluma se detiene".

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 Posdata: Puesto que la tecnología lo permite, el lector hará bien en pulsar aquí y aquí para entender mejor, o completar, cuanto he pretendido decir (aunque en el segundo texto trasladase mi sensación profana al personaje místico al que se la atribuyo).

(*) (Ver Poemas comentados, VII)



miércoles, 28 de noviembre de 2012

SEGUNDA SERIE: 33 laconismos

Bartok: Mikrokosmos, 1-17
Despojamiento lacónico
Ir a 

TREINTA Y TRES Laconismos. Primera serie

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No hay otra solidaridad como la de enseñar, puesto que el conocimiento es la mejor ayuda que poseemos y podemos dar. 
***


El músculo de la inteligencia, como cualquier otro, se atrofia si no se ejercita.
***


La auténtica enseñanza consiste en educar el corazón con el cerebro para que satisfaga con prudencia cuanto le pertenece. 
***

No hay mayor fanatismo que creerse en posesión de la verdad. He ahí la causa de la intolerancia.

***

Cuando nos quedamos solos pocas veces podemos decir: mi yo está conmigo.

***

La Naturaleza nos da la vida; pero la educación nos enseña a vivir. 

***


En una democracia el fracaso de los gobernantes es el de los electores.
***


   El hombre es un animal racional empeñado en ser solo animal.

***


Abandonar la vida sin haberla dejado más hermosa que cuando la encontramos bien merece morir de mala muerte o no haber existido.
***


Nadie hay tan pobre que no pueda dar amor.
Quienes se lo entregan mutuamente son los seres más ricos de la Tierra. Y si con los años son capaces de convertir su pasión en donación de recíproco sosiego, también son los más afortunados.
***


 La valentía no consiste en luchar contra la necedad, sino en mantenerse al margen de ella. El mundo, en general, es bueno; y lo sería más si algunos no se empeñaran en emponzoñarlo.
***


No hay mayor ignorancia que la de creer que lo sabemos todo.
Cuánto aprenderíamos si aceptásemos que sabemos muy poco.
***

A menudo, estar al día nos impide estar en nuestro tiempo.
***



Todas las obras del hombre son estrategias de la mente para conquistar la -imposible- eternidad.
***



El conocimiento es la mejor ayuda que poseemos y podemos dar. 
***

No hay más destino que la voluntad.
Convirtámosla en gen de nuestro espíritu.

***


No sé por qué tememos reconocer que nos equivocamos: tal reconocimiento nos ennoblece porque significa que queremos mejorar. 
Lo contrario se llama contumacia.
***


La injusticia histórica no consiste tanto en magnificar algunos hechos como en menoscabar otros.
***

Quien no sueña con mejorar el mundo
merece su desprecio.
***


Bien está que la mano izquierda no sepa lo que hace la derecha. Lo malo es cuando esta también es zurda.
***


Ten miedo, pero no lo demuestres. 
Si no temes, no vivirás vigilante; y te asaltarán. 
Si muestras tu temor, creerán que es cobardía y pasarás tu vida enfrentándote a necios valentones. 
El valiente no es el que desconoce el miedo, sino el que lo vence.
***


Si crees que un poema puede consolar del sinsentido de vivir, publícalo. Si no, guárdalo para tu colección de falsos esplendores.
***



Pocos poema son elocuentes. Cuando el silencio es más doloroso que las palabras, se escribe.

***

Querido amigo:
Nerón tenía dos maestros, cuyos nombres eran Séneca y Burro. Puedo asegurarte que tú no eres Séneca.
***

A veces ni siquiera los gigantes se reconocen entre sí.
***


Puesto que el factor común de la humanidad es la mediocridad, todo triunfador social es un mediocre.

***


Un hombre es su experiencia. 
Sin embargo, solo aceptamos los consejos que nos damos a nosotros mismos. Y estos, como los de los otros, nacen de la experiencia propia. Lo cual requiere muchos años de vida: de errores, aciertos y conclusiones acertadas. 
Cuánto mejor nos iría si tuviéramos en cuenta la experiencia ajena antes de desecharla solamente porque no es nuestra.
***


Si no somos capaces de hacer preguntas esenciales todas las respuestas serán circunstanciales.
***


No pienses: es malo para la Filosofía.
***

No hay más ética que la libertad.
***


Nací cuando necesité pensar para combatir la muerte; moriré cuando deje de hacerme preguntas sobre la vida.

***

Sé justo en este mundo de injusticias.
Pero cuando te empujen al infierno
procura convertirte en un demonio.
***

Caídos los dioses, ¿qué le queda al hombre sino este mundo de hombres? Y de este mundo, ¿qué, sino soñar con otro mejor? 
***


El sentimiento nos une. 
El pensamiento nos separa. 
Tan solo la poesía nos concordia.
***

martes, 27 de noviembre de 2012

Un poema de Basilio Sánchez (Antología, CVI. Segunda serie)

Faurè: Pavana

       LA VIGILIA


La sala está en penumbra.
Hemos ido pasándonos la luz de mano en mano,
de corazón en corazón,
como si todavía no hubiésemos hallado las palabras.

Sepultado a lo lejos por un cielo
con vocación de olvido al que le sobran
todas las estrellas,
el suelo de la noche está cubierto
por el agua de los olivos.

El hielo en las campanas, 
las manchas amarillas en los muros
por la ausencia de luz, el incipiente
crecimiento del moho. Como aquellos
que han consumido todo
lo que aún les quedaba de la vida,
sólo nos conocemos por las manos, por los restos de cera.

Sobre la mesa, el agua derramada,
las bienaventuranzas,
lo que tú y yo sabemos de la sed.
Alrededor de ella, con las manos cruzadas
como cuando se espera,
el grupo de mujeres que en silencio
va llenando la casa de preguntas.

Muchachas que jugaron con la luz de los pórticos
y ahora son ancianas con los ojos de niña.

El peso en la mirada, la vigilia
que nos deja en los ojos un puñado de piedras,
el pequeño consuelo de una lágrima.

Alguien eleva al fondo
una antigua plegaria sobre la noche de los cedros.
No hay dolor en los labios de la muchacha muerta.
Nadie apaga la luz, nadie la toca.

                         ©  Basilio Sánchez

Greuze: La jarra rota
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Un poema de Basilio Sánchez

lunes, 26 de noviembre de 2012

Algo más que un fracaso escolar

Ravel: Bolero (versión original)

(A mis alumnos, de quienes tanto he aprendido)


Se preguntan los legisladores políticos de la enseñanza el porqué del fracaso escolar: quieren saber en qué se han equivocado, si los contenidos de las asignaturas son los idóneos, si es que los adolescentes españoles sufren desnutrición de inteligencia, si su cociente intelectual no tiene dos dedos de frente.

Pero la inteligencia natural poco tiene que ver con lo que ocurre en las aulas, las casas y las calles. Tan listos o torpes son los jóvenes de hoy como los de hace 30 años, por ejemplo; y sin embargo, cualquier lector que fuese estudiante entonces -no importa ahora si eran peores aquellas didácticas- recordará que a sus diez u once años estudiaba un libro de Historia de España tan extenso en contenidos como la suma de todos los libros de texto de la ESO, y a los doce o trece años estudiaba trigonometría, algo que hoy no se ve ni en los bachilleratos.

Estudiaba y aprendía. Y no porque naciera con un cerebro más capacitado que el de sus hijos o sobrinos. ¿Qué ocurre, entonces? La respuesta está en que la inteligencia natural es una esponja, y se sirve en su crecimiento cultural tanto de lo que posee como de lo que carece.

¿De qué puede vanagloriarse una mujer que ha nacido hermosa si no utiliza su hermosura para hacer menos feo el mundo? ¿Qué mérito o demérito tiene alcanzar el fruto de un árbol saltando o sin saltar, si la estatura no se la debe uno a sí mismo? Meritorio es aquello que exige un esfuerzo triunfal, capaz de convertir lo que poseemos en semilla para conseguir aquello de lo que carecemos. No importa a qué altura está la cabeza, sino la mente. El hombre primitivo no podía alcanzar en su carrera al animal que necesitaba para alimentarse; pero se las ingenió, empujado por la necesidad, observando, deduciendo y aprendiendo que, ya que con sus pies no llegaba hasta él, podía llegar con su mano si lograba prolongarla en forma de lanza, onda, o flecha. Aquellos hombres de escasa capacidad craneal desarrollaron su inteligencia natural alimentándola con la necesidad, la observación  y la tenacidad. Con lo que sabían aprendían a saber más.

Hoy el adolescente no tiene necesidades perentorias y, por lo mismo, no necesita esforzarse, ni aprender; tiene el mundo en sus manos sin haberlas utilizado; y tiene el ocio ante su espíritu sin habérselo ganado. De modo que se atrofia física y síquicamente y pierde los reflejos emocionales básicos, que son los de la curiosidad activa y el del placer intelectual. Y la solución no está en hacerle pasar hambre para que reaccione, sino en despertarle esas otras hambres inmateriales que duermen en su cabeza. Sin embargo, como si de una conspiración universal se tratase, parece que hay quienes persiguen crear un organismo social con un electroencefalograma plano en sensibilidad y sensatez. Unos medios tan útiles y decisivos como el cine y la televisión, empujados por una publicidad que disfraza de oro la basura, se dirigen casi exclusivamente al embrutecimiento sensorial. Por eso, como siempre, todo se compra: pero hoy solo se compra con dinero, y casi nada se adquiere con valores humanos.

Claro está que los planes de estudio son mejorables. Aunque no es esa la auténtica causa del fracaso de la educación y de la sociedad. No se trata tanto de modificar lo que tenemos como de suprimir o enderezar lo que nos sobra. Lo cierto es que al niño, al joven y al hombre actuales les faltan motivos y motivaciones para el aprendizaje del bienvivir, y le sobran horas de ocio convertido en negocio. Ocio que no proporciona descanso, sino que es asimilado, primero, como insatisfactoria diversión; y luego, progresivamente, como pasividad, hastío, anquilosamiento muscular, suicidio neuronal, toxinas hacinadas dispuestas para el estallido, fatiga sicológica, desasosiego, frustración, agresividad, violencia interior y exterior... Porque el autorretrato que todos hacemos inconscientemente cada cierto tiempo nos muestra a un ser indefenso, dependiente de todo lo ajeno  y no muy digno de ser tenido en cuenta.

El camino de las libertades, tan necesarias, no nos ha conducido hacia una libertad responsable, sino que nos ha transformado en esclavos de una libertad libertina, en un mundo en el que la pereza síquica ha sustituido a la voluntad y el entusiasmo. Por esa razón, a pesar de las comodidades del “estado de bienestar”, vivimos en un permanente Estado de Malestar, íntimo y colectivo, en el que los egoísmos de toda especie derriban la solidaridad.

Asumido ese egoísmo generalizado, aceptemos que la relación entre los menores y los adultos tiene esta consecuencia progresiva: son como los hacemos, y nos hacen como son. Y calculemos qué futuro estamos perpetrando entre todos.

domingo, 25 de noviembre de 2012

Los amantes

Liszt / Baremboin: Sueño de amor


Los amantes


Con las manos lazadas y los cuerpos uncidos,
caminan sobre el tiempo por un bosque de hiedras.
Aún quedan en el aire perfumes de sus besos
y jaurías del odio que intentó derribarlos.
La mañana inmortal les otorga su dicha
y estalla entre los ojos y en los labios, urdiendo
diamantes y metales de luz sobre sus frentes.
El mar y las estrellas, los pájaros y el agua
conocen la belleza que así los transfigura:
sienten que la existencia es un madrigal dulce
que deja en sus espíritus el fuego inextinguible.
Los amantes lo saben: caen las ruinas del sueño
alrededor, y todo parece una acechanza
contra su voluntad de secreta armonía.
Saben que no hay edenes: que un día todo fluye
hacia el acabamiento.
                                            Pero no morirán:
ellos solo se aman; ellos, solos, se bastan.