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lunes, 30 de septiembre de 2013

Tratado de Alienación

Telemann / Doré: Don Quijote

Con toda la admiración que desde niño siento por la figura de don Quijote, nunca he dejado de apesadumbrarme al constatar que también él utiliza la fuerza para combatir la ley de la fuerza que quiere desterrar. Y es que ni siquiera los dioses han encontrado otro gozne sobre el que equilibrar mejor el mundo: el instinto de supervivencia exige más capacidad de adaptación, sea esta ética o no. La bondad y la maldad no cuentan en ese proceso del progreso, que incluso olvida al propio hombre en el camino hacia la suprahominizacion robotizada. 

Y así, si las obras del hombre histórico han sido un esforzado ejercicio de superación de sí mismo, y de autoconocimiento, las del hombre futurista o futurólogo parecen tratar de constituir un tratado de alienacionismo. Ejemplo de ello es la emanación más emblemática del ser humano: el libro; un libro de poemas, por ejemplo, ya no es una introspección indagatoria del yo personal y colectivo, sino una fuga hacia lo fugaz de la hominización: la intrascendencia.