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miércoles, 5 de febrero de 2014

El mundo no es lugar para vivir

Rameau: Las islas galantes

Me pregunta una amable lectora -por otro nombre Nuria- si creo que algún día habrá "menos pillos y más personas honestas en este país".
     Poco importa lo que yo opine: lo importante es lo que opina la lógica. Mejor dicho: lo que deduce la lógica sensitiva debería ser la opinión de todos los que quieren equivocarse menos. 
     Primeramente, hoy es difícil delimitar el significado de "en este país", expresión con la que Larra fustigaba en sus artículos a la España de su tiempo. Hoy las fronteras entre países casi no existen y es más apropiado decir "en este mundo", con lo que todo resulta más desesperanzador porque parece iluso soñar con algún islote redentor que extienda por el orbe una filosofía de la honestidad. 
     Por otra parte, ¿qué significa la "opinión de la lógica"?: quiero decir con ello que toda conclusión a la que lleguemos debe sustentarse en unas premisas objetivas y constatables, no en simples "pareceres" interesados. 
     Sobre la pillería y la falta de honestidad hay mucha bibliografía. Pero todos sabemos que a España le cabe el nefasto honor de ser creadora de la novela picaresca y el donjuanismo: del engaño y el tartufismo machista. Sabemos igualmente que cuando un hombre quiere enmendar el mundo es considerado loco, como bien prueba la figura de Don Quijote, puesto que nadie quiere enmendarse. Y sabemos que cuando un inocente de corazón y sueño conoce la realidad del mundo se retira y huye de él, según la historia de Buda, por ejemplo. No en vano afirma Shakespeare en "Macbeth" que la vida es una historia contada por un necio, llena de ruido y furia. Ese es el motivo por el que, desde la Antiguedad, se han descrito paraísos sociales y utopías (Platón, Moro, Agustín de Hipona,  Campanella...) que han concluido, por contra, en mundos apocalípticos o distopías (Swift, Huxley, Orwell, Bradbury...).
     De manera que, para no extenderme, con esas premisas y con la relación de hechos que hacen que la Historia sea una sucesión de guerras separadas por ruinosas treguas, pocas conclusiones podemos extraer que no sean semejantes a la de que el mundo no es lugar para vivir.