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lunes, 19 de enero de 2015

Hiperestesia

Satie: Gymnopedie 3 (orquestación)


Como mi sensibilidad, quizá excesiva o enfermiza, me hacía sentir tristeza y dolor por casi todo, y se convirtió en imán de la melancolía, algún extraño gnomo de mi mente decidió construirme un escudo, o una cota de mallas, de modo que me impidiese sufrir la hiperestesia acorazándome contra las emociones. 
     Ese furtivo duende olvidó que si tal filtro o escudo impedía que me hiriesen los sentimientos dolorosos también rechazaba los luminosos; y, así, fui convirtiéndome en un adolescente ajeno a la alegría, en apariencia insensible e impertérrito, al que parecía no importarle el mundo y solo vigilaba su propio corazón.
     Hoy me he asomado a una red internética formada por más de 300 familiares -que desconozco y que me desconocen- y he sido consciente de que mi condición de prófugo, incluso de mí mismo, no solo me ha hecho ignorar el mundo ajeno próximo y lejano, sino distorsionar el mío; y que mi vida ha sido un islote erizado de arrecifes al que, por refugiarme del naufragio existencial, apenas ha llegado el oleaje de la existencia verdadera.
     Los cielos me confundan y me incinere el infierno.