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lunes, 2 de marzo de 2015

Algunas respuestas (4)

Wagner: Funeral de Sigfrido

- Afirma el profesor Prieto de Paula que no hay en nuestra poesía un libro más hermético que Los ojos de la Metáfora, que es un diamante y, como tal, impenetrable. ¿Por qué ese lenguaje y ese espacio en el que desaparece todo paisaje?

- Escribimos lo que somos, y yo era un atroz ensimismado. No es que no hubiera paisaje; es que mi único paisaje era yo. Pero "yo volviéndome loco", como decía Van Gogh ante un autorretrato. Montaigne confiesa que él era la materia de su obra, y eso hacemos todos: autobiografiarnos síquicamente. Si no existía el paisaje exterior en mis garabatos es porque un dolor anónimo me garabateaba los ojos con demasiados monstruos íntimos. 
    Yo quería entender aquella tortura. Me refugiaba en mi confidente, que era el cuaderno. Supongo que pretendía entender mi indefensión, mi ruina síquica. Y eso me llevaba a la palabra, que es la que nos explica y con la que nos explicamos las cosas. Y se creó un yo paralelo construido con sentimientos, pensamientos, palabras, poemas... 
    Mi escritura era, como he dicho, el bisturí con el que pretendía extirpar mis males. Pero no encontraba expresión idónea para nombrar mi laberinto. Shakespeare necesitó quince mil palabras distintas para poner rostro a sus personajes, y Cervantes trece mil... Yo no encontraba verbo suficiente... Podía decir como Strawinski: "No consigo llevar al pentagrama lo que escucho en mi mente..."
    El fracaso de la palabra, del lenguaje como expresión total y construcción de un yo, no lo veía como consecuencia de la inefabilidad, sino como propia incompetencia. Los chirridos del calabozo de mi mente no se correspondían con el diccionario ni la gramática, sintaxis... Supongo que eso me llevó a inventar léxico y oracionalidad. Pero tampoco ... De modo que padecía un doble sufrimiento: como persona, verdugo de sí misma, y como traductor que no sabe expresar su propio horror: un fracaso humano y literario. Me topé con el muro infrangible. Y el instinto de supervivencia me llevó a intentar salvar mi vida física y síquica.
     De ahí mi silencio durante 15 años.

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