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miércoles, 24 de junio de 2015

Duet

Schubert: Adagio D, 956
DIAPASÓN

Uno

No hay más hermoso adiós que aquel que deja
un cuerpo en otro cuerpo.
El alma siente el resplandor desnudo
de la carne tremante.
Brilla la oscuridad y transparentan
sus enigmas las sombras.
El fragor de los sexos ilumina
con diamantes y estrellas
el laberinto de la plenitud.
Y todo es melodioso.


Dos

Asomado a tus ojos miro el cielo
oscuro y transparente, donde yacen
terciopelos, diamantes, armonías.
Abrazo tu cintura y los jazmines
perfuman mi dolor y lo transforman
en suavidad y lasitud: en júbilo.
Si me acerco a tu cuerpo toco a Dios
y a través de la carne llego al alma.

Tres


Vuelve el amor a recobrar su ayer

y reclama los besos ya marchitos.
Mas no hay resurrección, solo memoria
anhelando dar vida a sus recuerdos:
la invasión del pasado reverbera
su transfiguración.