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domingo, 16 de agosto de 2015

El abrazo esforzado


Tchaikosky: Un corazón solitario

- ¿Dos días tengo libres, te los ofrezco y no puedes pasarlos conmigo?
- Mala cosa es resaltar los propios "sacrificios" y reprochar la conducta ajena queriendo forzarla para que cambie. 
- Apenas nos vemos.
- Todo cuanto hacemos -tú, yo, todos...- es para conseguir el propio bienestar. Así que no existen los "sacrificios" que no beneficien a quien los hace. Quieres estar conmigo y quiero estar contigo para estar mejor que separados. Pero imponer la compañía, o pretender cambiar los hábitos del otro, es caminar hacia la peor soledad. Cuando uno quiere cambiar al otro -adaptarlo a los propios  gustos- está rompiendo lo que los unió.
- No quiero imponer nada. 
- Pero lo haces, incluso sin darte cuenta.
- Es natural querer estar con la persona a la que se quiere. Jamás he deseado cambiar nada...
- Piensa: somos absolutamente opuestos en nuestro modo de vivir. Tú vives hacia afuera y yo hacia adentro. Tu vida es un ir y venir de un lugar a otro. Eres una persona extrovertida, y yo introspectiva. Eso parece señalar que tú eres la solidaridad y yo el egoísmo. Sin embargo, no hay diferencia: aunque tal vez tú huyes de ti y yo me busco. Para ti mi compañía tal vez sea importante: pero es una más entre muchas; en cambio tú eres mi única compañía importante, fuera de la mía propia. Yo me complemento contigo; tú tapas un vacío conmigo. Tú eres nómada, yo un ser sedentario. Y bien está así, si así se respeta. Pero cuando se acaban los otros tal vez el nómada no sepa estar solo y acose el espacio ajeno.
- ... Nuestro bienestar está hecho de costumbres cotidianas que dan solidez a una relación...
- Por eso: la solución no está en imponer nuestro criterio, sino en convertirnos en imprescindibles: hasta formar parte de la rutina de quien amamos (por muy prosaico que parezca dicho así). Nadie puede obligar a otro a sentir: pero sí puede poner causas para que sienta. Así, la adaptación y acoplamiento resultan paulatinas y casi espontáneas. Solamente de este modo la intensidad puede complementarse con la cantidad y hacer que se prolongue indefinidamente el instante.