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miércoles, 26 de agosto de 2015

Érase que se era un qué será...




Cervantes acababa de despertarse de una siesta durante la que soñó con unos molinos que se le venían encima, y andaba preguntándose cómo incorporar la pesadilla a su próximo capítulo.
Sonó el inmóvil y lo cogiólo; y érale el Chéspir: 
- "Oye, que lo del ser o no ser que me aconsejaste no encaja bien ni en Romeo ni en Julieta". 
Cervantes le contestóle que en inglés isabelino encajaba todo, y que se buscase una tragedia y ya vería como sí.
- "¿Y lo de la Dulcinea cómo lo llevas? ¿Va a salir por fin en algún capitulillo o va a estar siempre de cuerpo ausente? Dímelo (le díjole telefonariamente) porque si no la trifulco yo en alguna escena escalofriante".
- "Tú plágiate a ti mismo que tralarí que te vi y etcétera".
En esto que llegó el Rajoy a defender su tesis doctoral ante los catetos de la hipotenusa congresística: 
- "Aunque no estoy ausente, me gusto cuando callo"...
Por fortuna, aquí se acaba el manuscrito encontrado en Zaragoza.