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viernes, 23 de octubre de 2015

Trincheras contra la inepcia



He oído a mesié Rajuá amenazar con que volvía en diciembre: y me he muerto un rato para imaginarme el paraíso y disfrutarlo, al menos, un instante. Después he concluido que, venga quien venga, solo será otro rajuá. 
   En seguida he pensado nacionalizarme extranjero ipso facto
     Sin embargo, también he deducido que en todos los países hay sinónimos de rajuá, o sea, "políticos": porque para ser buen estadista no basta con ser wena persona, ni las wenas intenciones son suficientes para lograr buenas acciones. De modo que he decidido alienigenarme. Ahora bien: lo malo es que ocurrirá igual en otros universos. 
     Así es como he llegado al corolario de que, efectivamente, hay que quedarse allí donde está el mal para combatirlo. Aunque sea en la trinchera de los brazos caídos y la prédica en el desierto. Y he descubierto la solidaridad: contra la inepcia no hay panacea.