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viernes, 13 de noviembre de 2015

La conquista del saber, 7



                       VII


Si la finalidad de la existencia
es ser dichosos, ¿qué necesitamos?
En este mundo en que vivimos somos
como pequeños dioses de la vida.
¿Por qué no hacerla amable y solidaria
con cuanto nos ayuda a construirla,
que es el limpio tesoro del saber?
El mundo es como es porque ya otros
se esforzaron en mejorar su imagen.
Reconozcamos la primera ley:
hay solo un bien: y es el conocimiento;
existe solo un mal: es la ignorancia.
Y los más admirables son aquellos
capaces de apropiarse del saber
de cuantos fueron sabios y legarlo
como nueva semilla del futuro.
Si pude ver más lejos fue mirando
desde hombros de gigantes, dijo Newton
admitiendo la deuda que adquirimos
con quienes nos transmiten su sapiencia.
Los libros han ganado más batallas
que las armas, dejó dicho Argensola.
Y es que tan solo es libre aquel que sabe
regirse por su propia voluntad.
Somos nuestro progreso: la esperanza
de un mundo que renace cada día;
y abandonar la vida sin dejarla
más hermosa que cuando la encontramos
es el más inmoral de los delitos.