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domingo, 1 de noviembre de 2015

Solo los libros no mueren


Mahler: Sinfonía Resurrección















Mueren los hombres, pero no sus obras. Sobre todo si son hijas del pensamiento sensible y tallado noblemente: las obras del filósofo, el historiador, el artista.
 Los únicos hombres que no mueren son aquellos que se han convertido armoniosamente en libros, cuadros, músicas: todo lector, espectador y oyente los resucita cada vez que acude a ellos para enriquecer su vida con la experiencia sabia de quien pulió la existencia con su palabra, pincel o pentagrama.
Cuanto más humano es un hombre más siente tener que dejar de serlo porque la muerte rubrica su transitoriedad.
 En cambio, cuanto más humano es un libro -un cuadro, una partitura- más siglos vive, más impide que la muerte le arrebate su deseo de eternidad. 
Nada puede la muerte contra el arte.