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jueves, 18 de febrero de 2016

Lecturas imprescindibles, 15: Cándido

Berstein: Cándido (Overtura)

Si el mejor de los mundos posibles es este, puesto que de Dios -la Suma Perfección- no puede emanar ninguna imperfección, y este mundo es su obra, al hombre no le cabe más que admitir el optimismo ante el pasado, el presente y el futuro.
     Esto es lo que se deriva de cualquier filosofía teológica. Sin embargo, no parece que eso sea lo que dicta la Historia de la Naturaleza, del mundo y de los hombres. Y, para demostrarlo seguramente, escribe Voltaire su Cándido, un relato en el que su personaje, acorazado con esa filosofía, se lanza a recorrer y conocer el mundo. Tal recorrido le lleva de tumulto en tumulto, desgracia tras desgracia y tragedia en tragedia, hasta minar su voluntarioso criterio y reconocer que el mundanal mundo no es precisamente divino, y solo puede mejorarse el propio "jardín": el leve espacio de nuestra existencia y la de quienes se asoman a ella.
     Las aventuras esquemáticas y humorísticas de Cándido y Cunegunda, que siguen el esquema de la novela breve de aprendizaje -a la manera del Persiles y Segismunda cervantino, me atrevería a decir- con el leve argumento del amante que recorre el mundo en busca de su amada, desemboca en el realista optimismo del "no hay mal que por bien no venga", enseñándonos a prevenir; y propone además una avanzada y precursora terapia ocupacional: que el hombre no ha nacido para estar ocioso, porque tal ocio enferma, y por lo tanto hay que trabajar para no pensar en el vacío, además de para ganarse la existencia. 
     Como hoy mismo, en el que es el ocio el causante de tanto malsano sicosomatismo.

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-aunque cómo sustituir el aroma del libro-
CÁNDIDO