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domingo, 28 de febrero de 2016

Lecturas imprescindibles (16): El Gran Inquisidor

Liszt: Crhistus



     ¿Quién, con una mente incansable en la tortura de sí mismo, se retaría -para librarse de esa esclavitud- a cometer un crimen con el que demostrarse que puede ser tan fuerte e impune como un dios?      
     Efectivamente, en el túnel de mi vida, Raskolnikov era mi propio yo elevado a la categoría del prototipo del culpable sin causa que necesita crearla y vencerla. Es el paradigma de la culpabilidad, enraizada en el hombre por el judeocristianismo. 
     El efecto autorretratístico de Crimen y castigo encontró su correspondencia al procesar al demiurgo que era Dios en el episodio de "El gran Inquisidor", en Los hermanos Karamazov. Inmenso Dostoieswki al retratar al hombre interior. (Tal vez la lectura de aquella muerte de la divinidad me impactó tanto porque me recordaba mi "aventura" adolescente del pájaro en la bóveda eclesiástica, que ya he contado otras veces: (pulsar >> Algunas respuestas (5) El pájaro en la bóveda).
     Cristo en Sevilla, en el siglo XVI. El hombre bueno que fuera Jesucristo dejaba de ser aceptado por los hombres cuando renegaba de ellos al proclamarse dios: como si los hombres lo castigaran por su deserción de la mortalidad. El Evangelio se constituye en una utopía condenada por el conformismo cristiano.
     Y así era. Los hombres necesitan a los dioses y al hombre bueno, pero abominan de ellos porque su bondad y divinidad demuestran la maldad y animalidad de los mortales. Así que, en verdad, de poco sirve "matar al padre", puesto que nos convertimos en él en una mutación interminable del complejo de Edipo.
     Por otra parte, "si Dios no existe todo está permitido", ya que no hay quien castigue el absoluto libertinaje.
     Inmenso Dostoieswki. 
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