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domingo, 24 de julio de 2016

El abrazo del fuego

Gluck: Orfeo y Eurídice


1.- Lesbia salió de su profunda timidez y se tendió en la noche a esperar la luz de la mañana. Pasados los anhelos y las primeras búsquedas en la nocturnidad de la existencia, había reducido sus sueños al hallazgo de un beso que concediera una estabilidad a su vida, hastiada por el desengaño. Y se abrazó al hombre con el que tropezó. Cuántas lesbias como ella, se decía incesante. Y se tendió en la noche esperando una luz, algún temblor para su carne aún joven, persiguiendo un sueño embriagador para sus ilusiones escondidas.

2.- Besalinda -cuyos ojos eran glaucos porque le había robado al mar dos gotas de agua- caminaba entre los carnavales, los gritos y la euforia de la noche. Tal vez encontraría al lobo seductor que la mordiera y yugularizase con besos ululantes que la hiciesen gritar debajo de una estrella. Orfeo la esperaba como a una bella Eurídice.

3.- Un poco más allá del deseo estaba el fuego errante. En ella ardieron ambas.