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martes, 26 de julio de 2016

La vigencia


Glazunov: Adagio

Alguien se habrá preguntado alguna vez por qué los best-sellers se olvidan inmediatamente, a pesar de su éxito, y las obras exclusivamente geniales en cuanto cerebrales son recordadas solo por unos pocos. Y también por qué Shakespeare o Dostoiewski mantienen su vigencia para el hombre común y para el más estricto crítico. 
     La respuesta me parece sencilla: tanto las frivolidades como las ecuaciones requieren un cerebro superfluo o una mente obstinada. En cambio, cuando una obra combina acción y sicología y una empuja a la otra y se condicionan y dinamizan mutuamente, el personaje es tan humano como otro ser humano, porque el siquismo hace vivir al cuerpo y este a la mente: eso es lo que encuentra el lector, en este caso, en esos autores: Raskolnikov o Hamlet son dos individuos actuales, pacientes de siquiatras, sicarios de sus pasiones, buenos en la intención, perversos a pesar de sí mismos: su mente domina sus actos. Como, probablemente, te ocurre a ti, lector que estás leyendo.