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sábado, 13 de agosto de 2016

El abrazo a los libros.

Schumann: Escenas de niños, 1


Por los motivos que fueran, desde muy niño suplió con los libros el amor que todo niño necesita y él no recibía. Entrar en la pequeña y penumbrosa biblioteca era igual a ser recibido con abrazos por los seres más sensibles que habían existido. Había, además, algunos cuadros, y sonaba una emisora de música serena. En medio de su infierno, aquel era un edén. Y terminó amando el arte más que la existencia que lo hacía posible
     Cuántos millones de tristezas había cumplido en aquella estancia silenciosa, cuántas palabras leídas, y escritas. Cuánto tiempo tratando de convertirse a sí mismo en su mejor amigo.
     Llegó un momento en el que consideró que, igual que aquellos libros eran su consuelo, él podía tratar de consolar con su pluma a otros como él que se adentrasen en la melancolía. 
     Así que cuanto escribía era su desahogo, y tal vez pudiera servir para el ajeno. De este modo, su existencia tenía una finalidad y él era necesario porque era solidario en lo más proverbial del ser humano: el sufrimiento, que es lo que más une a los hombres. "Por eso -pensó- Beethoven se esforzó durante tantos años con la construcción de la alegría solidaria en su hermosa partitura".