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domingo, 7 de agosto de 2016

El referente humano


Una historia de la pintura


Podríamos decir que toda la historia del pensamiento se reduce a descubrir si la vida merece vivirse. Y justo es reconocer que hay una estirpe de humanos que siente con más intensidad que los demás la tensión entre vida y muerte: la de aquellos que pretenden crear; porque toda creación es un intento de oponer a la muerte otra vida: la revocación de la destrucción. 
El artista -llamemos así a esos hombres y mujeres comunes que no se conforman ni pueden ser solo seres comunes- precisa, como todos, pero más que nadie, encontrar verdades que tranquilicen su autoinquisición de por qué nacer para morir; necesita continuas respuestas, constantes verdades que apacigüen su conciencia, su condición mortal. A esas verdades humanas, que constituyen mundos en los que sobrevivir, se llega por diferentes caminos. Pero ninguna de esas estéticas, por muy artística que sea (figuración, abstracción, racionalismo, irracionalismo...), consigue una obra perdurable si no incluye el referente humano: el contenido del corazón.