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martes, 20 de diciembre de 2016

Una nave espacial llamada arte

R. Strauss: Metamorfosis

Buscamos vida extraterrestre, vida inteligente, otras formas de vida. Probablemente la hay; y, probablemente, tardaremos en comunicarnos con ella. Vida en otras galaxias, dimensiones, tiempos. 
     Mientras tanto, nada más que tenemos nuestra vida física, y solo podemos comunicarnos con nosotros mismos y nuestros descendientes a través de la temporalidad: lanzamos nuestras obras hacia el futuro como una nave que nos reverbere sobre el tiempo. Esas obras son nuestra vida síquica.
     El arte salva de la absoluta muerte nuestra identidad más íntima: la que nos hemos forjado con nuestras cualidades naturales y culturales. Sobrevive el que ensancha el mundo, el que añade con su creación. Crear es la única plenitud. Creamos vida intemporal cuando creamos arte. Cuando un autor halla una forma idónea (un poema, una melodía, un cuadro...) se estremece el universo y se ve por fin identificado como ente elemental constitutivo del cosmos y de la solidaridad. Ha creado una pieza del mecanismo universal, ha ensanchado la creación: ES. Y es esa consecución del ser lo que produce el íntimo sosiego: porque repara la indefensión ante el mundo, el sinsentido de la vida, el ser para la muerte, el nacer para morir.