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jueves, 16 de marzo de 2017

El arte de la autobiografía

La construcción del poema
80 Mundos: 30 de marzo

Transcripción:

Desde muy joven me decía a mí mismo que mi subconsciente sabía más que yo; así que dejaba que las cosas ocurriesen espontáneamente; hasta que deduje que la naturalidad es la suma de los factores que forjan la personalidad, y por lo tanto es importante para su determinismo el orden en que caen sobre nuestra sensibilidad. Por eso un libro no es el mismo leído a los 15 años que a los 20, ó 50, ni afrontar la muerte, o un desengaño a una edad u otra.
     Incluso mis libros más organizados han nacido, por eso, sin proyectarlos, como caídos de un otoño sentimental y melancólico: como liberación de un mal. Cuando digo que no sé qué palabra va a llegar tras la primera, ni de qué trata lo que estoy escribiendo, incluido un relato, es cierto, así como la afirmación de que "cuando escribo traduzco desde un idioma que no conozco a otro que también desconozco". 
     Atribuible es todo eso, sobre todo, a mi primera etapa, en la que corregir parecía traicionar el espíritu de las musas. Pero las musas solo son las conciliaciones de nuestros ingredientes mezclados en la probeta del cerebro; luego, en la segunda etapa, tras 15 años de silencio creativo, empecé la pulimentación de los textos -también impremeditados- y su ordenamiento en conjuntos. Del primer caso o periodo es ejemplo, principalmente, el gran vómito terapéutico de Los ojos de la Metáfora, libro -dicen, y lo creo- hermético donde los haya, por mucho sentido que tenga, o tuviera, para mí; del segundo, Reconstrucción de un diario, portador de poemas que obedecían, desordenadamente en su creación, a un orden inconsciente que hube de encontrarle y disponer.
     Probablemente el demiurgo de esas circunstancias autoriales es el factor que considero primigenio en mí y en el de todos: la pulsión identificativa y, por tanto autobiográfica, sea esta consciente o compulsiva: el yo como origen y, magma, del caos y del orden.
     Aprendemos del mundo y construimos nuestro mundo; luego transcribimos de una u otra manera ese aprendizaje y construcción: la mismidad ofrecida, en caso de publicación, a los demás para que no tropiecen en la misma piedra o para que sigan los pasos de los pocos sabios que en el mundo han sido.