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jueves, 31 de mayo de 2018

Vivir, amar, convivir.


Para vivir nos basta con haber nacido y seguir unas normas sociales.
     Amar es otra cosa: es una fiera que de pronto nos topa el corazón y nos muerde la carne.
     Convivir sí es difícil. Primero hay que vencer al egoísta que hay en nuestro interior, hacerle comprender que las masas no cuentan, que lo que importa es la solidaridad de dos que se completan y toleran, que mantienen su individualidad sin interferir en la del otro y al mismo tiempo forman una unidad de dos interdependencias. Es preciso haber vencido a la fiera del amor que nos enfebreció, domarla, domesticarla, convertirla en animal de compañía, quitarle su agresividad, meternos en su piel como en un traje cómodo que nos ayuda a vivir con alegría y también sin cupidos, ni hadas, príncipes o princesas. Volver a enamorarnos, sí: enamorarnos de lo cotidiano, de la dicha del sosiego.
     No es difícil conseguir que nos amen; lo difícil es lograr que nos sigan amando.
     Decididamente: no es fácil convivir. Sobre todo cuando se espera que sea el otro, la otra, quien lo dé todo.

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miércoles, 30 de mayo de 2018

Tropecientos millones de artistazos


Grofé: Suite del Gran Cañón


En todas las épocas ha habido miles de artistas y poetas. El tiempo ha seleccionado a unos pocos que identifican en su obra al hombre universal e intemporal. En El Siglo de Oro, por ejemplo, hubo cientos de contemporáneos de Cervantes, Velázquez y T. L. de Victoria: hoy solo quedan unos pocos verdaderamente grandes. ¿Cómo no va a ser igual con los pretenciosos actuales?
     Quienes se preguntan por qué el arte de las últimas décadas no es respetado y encumbrado tengan en cuenta lo anterior. Además de que no sabemos qué dirán los venideros siglos. Y, además, de que la frivolidad e incultura de la vida moderna empuja a considerar artistas a todos cuantos así se autodenominan. 
     Que no consigue ser esto o aquello el que quiere, sino quien puede.

martes, 29 de mayo de 2018

Definición de cobarde

Grieg: En la gruta del Monstruo

Cobarde es quien se esconde entre la multitud y dispara contra los que no opinan como él. No da su nombre porque considera que el anonimato es su mejor arma; pero su nombre es Anónimo Cobarde. 
     Digo esto porque hay algunos -envidiosos, irresponsables, sinrazonadores, intolerantes, fanáticos, vengativos, fantoches ...- que denuncian en Facebook (¡qué habré dicho yo para merecer esto una vez más!) todo cuanto no encaja entre sus anteojeras y, por lo tanto, creen que va a contaminar el mundo. Cualquier matiz o apreciación sobre esto o aquello los enajena y ametrallan a su autor. No saben que son ellos los contaminadores de la inercia mental; no saben que el mundo lo hace el individuo, no la gente: el pensamiento actualizador, no la alienación; el individuo valiente, con su sensata disconformidad, que le lleva a mejorar las ideas y los actos. Copérnico o Lutero frente a la Iglesia y la Inquisición, por ejemplo. 
     Esos autistas del fanatismo deberían saber que la libertad -la responsabilidad- de opinión es superior a la persecución de todo cuanto no se amolda a su criterio.
     Pero no: en vez de abrir sus ojos pretenden arrancarle la lengua a quienes razonan. En fin: no saben los ciegos cuánta luz se pierden; pero los tuertos de espíritu prefieren la penumbra: su necedad perenne.



lunes, 28 de mayo de 2018

La indefensión de la pluma.


Listz: Sueño de amor, 3

Siempre la escritura me sirvió de trinchera contra los fantasmas del infierno y la acechanza de la muerte. Creía yo que, puesto que yo era nadie para mí y los demás, tal vez conseguiría ser alguien útil para mí mismo y para el mundo a través de mi palabra. Y solo la escritura me procuraba algún sosiego porque paliaba la inutilidad y la indefensión. 
     Pero todos tenemos un techo mental, y llegó un instante en que mi intelecto alcanzó el suyo: supe definitivamente que si algo había construido ya nada más construiría; y fui consciente de que mis limitaciones alejaban de mí toda aportación a mí mismo y al mundo. Tropecé con la muerte verdadera: la de ser yermo para mí y mis semejantes; y la de hallar que los años no atemperan, sino que desesperan cuando se lleva demasiado tiempo esperando lo imposible.
    De Devastaciones, sueños, podría calificar mi torpe herencia. Dolor siento, no culpa: porque no fui ambicioso de circunstancias, sino de esencias e intimidades.
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domingo, 27 de mayo de 2018

El poema mejor.


Origen de la escritura

El mejor poema es aquel que apacigua las íntimas preguntas del corazón humano. 
El mejor poema lo escribe quien más siente su vida y mejor sabe tamizarla en la palabra. 
El mejor poema es el que dicta, con palabras de otros, las que quisiéramos que fueran nuestras porque se convierten en una astilla de nuestro propio yo. 

Un poema -un cuadro, una sinfonía- solo importa cuando se constituye en un fragmento de identidad humana. 
Para construirlo necesita su autor experiencia vivida y experiencia leída. Haber sentido mucha tristeza y alegría, placer y displacer; haber leído mucha escritura en la que se ha templado la expresión de lo sentido y pensado.
Por eso debe estar escrito por el poeta que hay en cada hombre y para el hombre que hay en cada poeta -y en todo lector-.

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sábado, 26 de mayo de 2018

El rostro del internauta



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Mozart: C. piano nº 21



Ante algunos comentarios y correos recibidos creo oportuno decir:
     Escribo en un blog, aunque muchos accedan a él desde Facebook (con lo cual no todos saben que se incluyen audios y vídeos). 
     Si yo escribiera solo tontorronerías -que también tontorroneo- debería preguntarme si son ellas las que han hecho que este blog lleve más de 650.000 visitas y, por tanto, si es que los internautas son tontorroneros. 
     No lo creo. Prefiero considerar que dichos internautas se interesan por muchas cuestiones serias, metafísicas, literarias, artísticas ... que son, salvo excepciones, las que trato; también están atentos al humorístico sesgo que incluyo de vez en cuando. Por lo tanto, internet es un reflejo del mundo y también lo mueve: es, para bien y mal, su consecuencia y también su causa. Porque es cierto que el homo sapiens necesita descansar de sus seriedades satisfaciendo lo que el homo ludens le reclama: sonrisas.
     Es decir: que el intenauta se interesa por todo aquello que constituye el meollo de la existencia; pero, como es sensato, también desea descargar la angustia existencial, mucha o poca, que acosa a todo aquel que permanece vivo contra la muerte: y al "dolorido sentir" de Garcilaso opone el obstinado reír de Quevedo. Ese es el rostro del internauta: la voluntad hímnica a pesar de una elegíaca existencia. No es gratuita la primera palabra del título del blog: Mientras mi vida fluye hacia la muerte.


viernes, 25 de mayo de 2018

La solitariedad


Ives: Sinfonía nº 2

Es cierto: no he concedido mucho tiempo a los demás. Sin embargo, cuantos guardan luto, sufren una catástrofe o afrontan un dilema necesitan un tiempo de soledad para reordenar sus sentimientos e ideas a fin de sobreponerse a la alergia circunstancial que les produce el mundo. 
     También yo. 
Discúlpeseme, o entiéndase, mi fuga del mundanal bullicio, y la escasa compañía que he dado: durante toda mi vida he necesitado soledad para sobreponerme a mi propia muerte cotidiana, reconciliarme con el hecho de existir y amar el mundo; aún no lo he conseguido. Tal vez aún haya tiempo...
     No es egoísmo: es solitariedad.


jueves, 24 de mayo de 2018

La desventura artística

Cage: 4´33





Decía ayer (Pulsar para leer) que, puesto que el dolor del artista es el motor de la creatividad, si eliminásemos del mundo el sufrimiento síquico despojaríamos a la humanidad, entre otras cosas, del Arte y la Poesía. Pero ¿quién no prefiere ser dichoso a ser desdichado? Sanemos, pues, la vida, cuidemos la sensibilidad del ciudadano simple y la de los genios: estos, por su hipersensibilidad e idiosincrasia siempre sufrirán sus visiones y, por ello, el rechazo social de todo cuanto se adelanta a la sociedad. 
     Pero hora es ya de convertir en himno la elegía. Claro que para ello tendría que detenerse la conversión de la inquietud metafísica en absoluta frivolidad: la que demuestran las editoriales, los conciertos, las exposiciones y la cultura de la hamburguesa. Así, muerta la sensibilidad y establecido el encefalograma plano como mejor cociente intelectual, es casi imposible que haya artistas y sí muchos artistoides. Porque ¿qué tipo de obra de arte puede esperarse de un individuo vulgar y una sociedad estéril?

miércoles, 23 de mayo de 2018

Entre la lucidez y la locura

Schumann: Adagio Segunda Sinfonía



No creo exagerar si afirmo que el sufrimiento es el mayor autor del mundo y el que más grandes obras ha creado. Quiero decir: el sufrimiento de un hombre -o mujer- sensible, inteligente y fortalecido por el afán de superación y resiliencia.
     Eso no significa que haya que cultivar el dolor y renegar de la alegría. Significa que solo quien sufre encauza su creatividad hacia la conversión del dolor en serenidad y a la estimación de la alegría como una conquista de la voluntad y no como un ludismo efímero y circense. 
     No es fácil trazar la frontera entre la lucidez y la locura, ese viejo tema: pero Dostoieski o Poe no hubieran escrito sus laberintos síquicos si no los hubiesen padecido y, no obstante, hallado un equilibrio entre sus cielos e infiernos. Ya se sabe que Goethe afirmó que escribió su Werther para desplazar su propio suicidio al de su personaje -como tantos que utilizan su obra como mejor terapia-. En cambio, Bach era un hombre que parece haber controlado insuperablemente sus impulsos, mientras que Beethoven necesitó titánicos esfuerzos para dominarlos.
     El umbral de la sensibilidad y la inteligencia deja paso a la prisión del otro lado, de la que es difícil escapar sin una férrea  fortaleza y disciplina: eso les ocurrió a Schumann y Van Gogh, quienes caían y se levantaban de sus crisis visionarias hasta que cayeron engullidos por el desequilibrio de su genio.
     Hay mentes hipersensibles y otras insensibilizadas. La hiperestesia percibe desde el ruido del silencio hasta el clamor del universo: una infinita gama de matices que, como un diluvio de ígneos aerolitos,  alteran, para bien y mal, la sensatez y la armonía. 
     Que el dolor ha regido el mundo es un axioma que se deriva de la observación de la Historia, lo cual explica que existan unas pocas odas frente a millares de elegías. 
     Una terrible observación se deduce: Si eliminásemos la neurosis del mundo estaríamos infligiendo a la humanidad un  triste flamigerio: el deshojamiento del Arte y la Filosofía -y aun de la Ciencia-. Estaríamos trepanando a quienes son demasiado cuerdos y transgreden la línea emocional e intelectual.



martes, 22 de mayo de 2018

De senectute.


Monteverdi

Nada nos envejece tanto como pensar que envejecemos. Y nada nos mata tanto como considerar continuamente que hemos de morir.
La vejez y la muerte no son derrotas del hombre y la mujer, sino inútiles o enigmáticas victorias de la inexorable biología. 

lunes, 21 de mayo de 2018

El abrazo cobarde

Borodin: Nocturno

Huyeron. Tanto se amaban que temieron perder aquel amor y huyeron, se alejaron, adelantaron el dolor de la pérdida que temían sufrir. Se habían amado como pocos han sentido el amor: con transfiguración de uno en el otro.
     Pero huyeron. De repente un arrebato convirtió en ceniza tanto esfuerzo y belleza. Corrieron hacia todas partes menos hacia el norte de donde debían. Y allí quedaron, sin la dulzura que sentían al abrazarse y con la amargura de la cobardía que se infligían a sí mismos y al otro.
     Suele ocurrir: quien teme fracasar anticipa su fracaso, provoca su derrota. 

sábado, 19 de mayo de 2018

Para que el amor perdure

Clara Wieck: Variaciones sobre un tema de R. Schumann


No creas que el enamoramiento tiene que ver con el amor; todo lo contrario. Nada cuesta enamorarse: el enamoramiento es una "actividad" pasiva, una fascinación. No todos saben convertir ese espejismo en amor. Amar es una actividad voluntariosa. Y solo cuando dejas de gozar el enamoramiento estás en condiciones de amar. Enamorarse es inventar al otro; amar, reconocerlo como ser real y digno.
     Demuéstrale tu amor, pero díselo también. En el amor, la palabra es la mejor caricia.
     La mejor arma del que ama es hacer ver que la dicha del otro es causa de la propia.
     Confía en que cuanto te dice es para tu bien, como lo que le dices es para el suyo.
     Dale todo cuanto esperas que te dé y serás el más rico de los dos.
     Procura una satisfacción recíproca.
     Si te esfuerzas en hacer feliz el instante, el tiempo parecerá solo un instante.
     Si quieres que te comprenda, empieza por comprender.
     Si aconsejas más de dos veces para mejorar cualquier virtud, la tercera convertirá la virtud en un defecto y a ti en un criticón.
     Tiende puentes para acercarte y para que el otro pase; pero no te excedas porque se entenderán tus puentes como acosos.
     Primero debes saber exactamente qué es lo que quieres, y luego qué estás dispuesto a hacer para conseguirlo.
     Todas las historias de amor empiezan y terminan. Lo importante es que no las mate uno de los dos.
     Por muy importante o urgente que sea algo, la prisa por resolverlo transformará la conversación en disputa.
     Todos tenemos un espacio interior -y a veces físico- incompartible. Respétalo.
     Sé tolerante o estarás predicando que no te toleren.
     Si destruís algo hoy, reconstruidlo antes de que anochezca.
     Es falso que no se pueda convivir hasta la muerte. Lo que es cierto es que nadie puede vivir con otro si antes no ha aprendido a vivir consigo mismo.
     Antes de decidir algo definitivo piensa que el único viaje que importa es el viaje interior: allí es donde te estás esperando cada día. Y no es bueno hacerlo siempre en soledad.
     Nadie hay tan pobre que no pueda dar amor; al contrario: en amor es en lo único en que todos somos ricos, aunque muchos no sepan dónde esconden tal tesoro.

viernes, 18 de mayo de 2018

776 - 785


Ketelbey: En el jardín de un monasterio

Welista: Despojamiento lacónico

776.- El mañana es un hoy que jamás llega.
***
777.- Las encuestas se hacen para que quien no tiene criterio propio sepa qué debe pensar.
***
778.- El mejor libro es aquel que nos convierte en otro: nos hace ver quien fuimos y quién podemos ser.
***
779.- Nos pasamos media vida queriendo acertar, y la otra media lamentando nuestros errores. Nos falta otra existencia para realizar lo aprendido.
***
780.- Cuando nos quedamos solos pocas veces podemos decir: estoy conmigo.
***
781.- Somos nuestro legado.
***
782.- Si no existe el yo no existe el otro y, por lo tanto, tampoco el contigo ni el conmigo. 
***
783.- Que el yo se convierta en egolatría no es más que el defecto antagónico que conlleva toda virtud.
***
784.- No hay público más exigente que uno mismo.
***
785.- Un poema publicado es más del lector que de su autor. Así que léelo bien porque mientras lo lees es tuyo.
***

jueves, 17 de mayo de 2018

Una visita al origen: sicofonías


Strauss: Muerte de Don Quijote

Por fin lo he conseguido, tras muchas tentativas: voy a hablar con Cervantes. He quedado con él en Alcalá. Hasta ahora solo he sabido de él por su correspondencia literaria a través de los siglos. Percibiré sus vibraciones, su amor por sus semejantes, su dolor por saberlos sufrientes, su intento de comprender el mundo y hacérselo entender a quienes se niegan a admitir que es mejor hacer el bien que el mal, la ofrenda de una vida como íntimo legado: que la felicidad consiste solo en luchar por la utopía solidaria aunque sea inconquistable. No llevaré más armas que la palabra de Don Alonso El Bueno: un corazón sediento de bondad dispuesto a desbordarse como un manantial ebrio sobre otros corazones.
     Cuando vuelva seré otro: el que he querido ser, el que quise ser siempre.

miércoles, 16 de mayo de 2018

Cuando el amor termina




El desencanto

Sé que nunca podré dejar de amarte,
y tal vez tú también me quieras siempre.
Te he dado cuanto soy, y tú me has dado
cuanto eres tú. No hemos sabido
darnos lo que debemos ser: 
lo inalcanzable.
No es el mundo un edén, sino un infierno
que los besos pretenden convertir
en fugaz o continuo paraíso.
¿Cómo transfigurarnos en estrellas?
Tú desapareciste, envuelta en truenos;
yo desaparecí, ascua y ceniza.
Sigue la vida y nuestros dos cadáveres
no volverán a amar: porque se ama
una vez nada más; el resto es solo
el espectro de una resurrección
que recuerda su muerte
y huye de repetirla.



lunes, 14 de mayo de 2018

La inteligencia de la sensación.

Beethoven / Liszt / Gould: Sinfonía Pastoral

La poesía -todo arte- es sutileza, insinuación más que dicción abrupta. Puede pensarse que para nada interviene el intelecto: y es todo lo contrario: sobre la sensación, inesperada o buscada, la mente debe trabajar hasta tachar los parásitos que acompañan todo impulso: matizar y tallar el diamante que al fin debe quedar como obra imprescindible. 
Ni la ebriedad ni la asepsia verbal. El arte necesita la artesanía del refundidor perfeccionista y la contemplación del visionario.
Sin clarividencia e inteligencia para contenerla no hay arte.  


sábado, 12 de mayo de 2018

Cine. B. Wilder: Aquí un amigo



No es de las mejores, pero sigue siendo de Wilder.
Otros títulos:

(Algunos títulos dejan de verse cuando ya se han visto un determinado número de veces. En ese caso basta con buscarlos en youtube o google para acceder a ellos).

viernes, 11 de mayo de 2018

La rebelión de un soneto


Marcello: Adagio

Ante la catástrofe descrita ayer (pulsar >>>

Caminando entre libros), Catecúmeno Absorto me envía esta improvisación en forma de sonetacillo ilustrativo, pretérito y angosto sobre las alegorías del desengaño tridimensional. Léase sin tener en cuenta lo que acaba de leerse y verá el lector que la aventura de la estantería es digna de cualquier Avellaneda de verso prosificante y duodenal, o de un Kierkegaard mustafacillo.


Alegoría del desencanto

Escribió un trovador zurdo y coplero

un soneto a su amada estantería,
pensando que la resucitaría
con solo le decir "cuánto te quiero".

"No me devolverás mi ardor primero"
-la rubia estantería le decía-,
"que, pues me amabas, mucho te quería,
y ahora sé que tu amor no fue sincero".

"No cuidaste de mí, me utilizaste
como a todo en el mundo en el que vives:
personas, libros, plumas, escritura".

"¿Quién me dará mi prístina hermosura?
¿Amas las cosas sobre las que escribes?
¡Pues engáñate como me engañaste!"