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jueves, 28 de marzo de 2024

Marisol González Felip: Libro de los anhelos.


Libro de los anhelos 
Diamantes para la plenitud o la desnudez del espíritu
Marisol González Felip
Lletres valencianes, 1999, XXXIII


En un primer acercamiento a este interesante libro percibimos que nos hallamos ante una voz extraordinariamente transparente, con un oficio poético bien forjado, que es capaz de comunicarnos un microcosmos en el que, desde un principio, nos reconocemos y nos autoubicamos.

Antonio Gracia, en este Libro de los anhelos, nos muestra la experiencia de un yo poético por el que se expresan las huellas borradas de una experiencia repleta de trascendencia, sensualidad y erotismo.

La capacidad metafórica del autor nos impresiona desde un primer instante -nos atrapa deliciosamente-. No hace falta pasar muchas páginas para darnos cuenta de que estamos ante un poeta con mayúsculas.

La vivencia erótica del protagonista constituye una sublimación de su existencia, la respuesta a las incansables preguntas del héroe en su camino, que es la vida, y a veces la pregunta de sí mismo: cuando tu luz me invade y yo te alumbro / el cuévano en tu pubis se dilata / como nueva eclosión del universo. / Inundado por ti siento el latido / del océano, ruedas por mi sangre / y el vendaval de la lujuria estalla.

Los versos de Gracia logran hacernos alcanzar el sentido de lo auténtico, convergen en una realidad cercana al lector o lectora, nos seducen sin respiro a lo largo de los más de cincuenta poemas de que consta el libro. Hay en tus labios bálsamos,/ frutos y laberintos,/ te persigue el océano amoroso, / la lluvia interminable te persigue./ En tus ojos la noche / se llena de caminos. / Mientras gira la luna,/ doblándose en tus senos,/ tu cabello derrama su azabache / sobre mi rostro. / Y el mar emerge su desolación.

La anécdota amorosa sirve a Gracia para expresar los más recónditos interrogantes del ser. El autor se construye con un lenguaje sencillo e inteligible un universo para explicarse. Cada uno de los poemas aparece ante nuestros ojos y nuestro intelecto como un diamante recién extraído de la tierra que brilla con luz propia: me muerdes con tus labios lentamente / y te detienes en mi sexo./ El firmamento, entonces, / se llena de diamantes.

El camino que recorre Antonio Gracia en su texto tiene como meta la identidad: Sobre tu cuerpo escribo con mi cuerpo / el gran poema de la identidad. 

Como en la culminación del acto amoroso el poeta se halla a sí mismo al final de los versos. El autor establece logradas analogías entre la vivencia erótica, sensual y amorosa del individuo, y el trasluz de su ser a través de la vivencia poética. Es precisamente por eso por lo que el poemario atrae el interés del lector desde un primer momento. Nada de lo que dice Gracia nos es ajeno: los lagares del ansia calman sus plenitudes, /enrejados fantasmas se desvisten su magia, / y el piafar renovado pone música frágil / en la escultura inquieta que la noche renueva.

El libro de Antonio Gracia es, después de todo, una apuesta valiente por el amor. El amor acompaña la andadura del hombre, que se reconoce fieramente humano a través de las palabras y débilmente fuerte en la experiencia: Amo el temblor rosado de tu boca / y el crepúsculo azul de tu mirada. / Amo la luz carnal que te ilumina / cuando te arrojas como un puma alegre/ sobre mi cuerpo ansioso de tu cuerpo./ Amo el sudor de miel que nos lubrica/ y la erosión constante de la piel. / Amo tu desenfreno y mi arrebato/ cuando, tendida, te abres como un libro/ y esplendes como un saurio,/ y cuando giras lúbrica y te ofreces... 

Como nos dice el título de la última parte del poemario, es este un libro de búsqueda infinita: Todo lo que yo soy está dormido / en los prados azules de la infancia... A través de la memoria el autor pretende desvelar el inquietante misterio de la vida, comprender lo que se fue y lo que se es, entender cada latido, el gozoso estallido del hombre y la huella fría de la pena: otea la memoria sus orígenes / y al escribir la pluma inventa / lo que fuimos, da fe de la existencia. El ejercicio de escritura que alberga el Libro de los anhelos nos da la clave para interpretar la poesía en su esencia más pura y más trascendental. El verbo del poeta nos cautiva y nos introduce en una travesía cómplice de la propia vida. Las palabras actúan a lo largo del libro como potentes espejos sonoros en los que nos autoreconocemos, y es precisamente la fuerza de esa palabra desnuda la que nos dibuja un horizonte de plenitud que podemos saborear en cada una de las sílabas, una aureola de luz y una fusión del espíritu; el poeta y la palabra se confunden a menudo y nos suenan como una misma cosa, diamante en la desolación. 

Asistimos a una verdadera epopeya interior de la que no resultamos indemnes: hay un orgasmo místico en naufragio / y la voz escondida / grita hacia adentro su canción: el cielo / estalla azul sobre los mares íntimos,/ el árbol se cimbrea, las antorchas / irradian mansedumbre, la tristeza/ transustancia sus lágrimas,  los pájaros / invaden el instante, la existencia / se llena de quietud. 

Después de leer el Libro de los anhelos de Antonio Gracia el lector/a puede presentar signos de una especie de embriaguez sensorial, quizá algo de lo mucho que Violeta Parra quiso decir en su bella canción "Gracias a la vida", acaso una profesión de fe en la escritura, en su vertiente redentora y en su vertiente de anhelo: la vida que, hostigada por la muerte,/ renace en el amor, / esparce esporas por la sangre, liba/ besos enajenados y profundos,/ envía labios hacia el infinito,/ embaraza de luz la eternidad./ La escritura no puede sino ser/ serena plenitud/, un consuelo para el desasosiego/ del hombre. 


El amor es más poderoso que el viento

 


miércoles, 27 de marzo de 2024

Sentido al sinsentido

Bruckner: S. "Romántica"

Quienes buscan un sentido al sinsentido de la existencia suelen acabar aceptando una deidad que garantice el equilibrio entre lo racional e irracional, aunque sea con aquello de los "renglones torcidos". 

Siempre he envidiado a los creyentes y a los condenados a muerte: estos no tienen que elegir. Pero no necesitamos un dios sino una explicación de lo inaceptable por la razón y que solo "justifica" la fe. 

La catástrofe surge cuando se unifican explicación y divinidad. ¿Cómo hacer compatible lo inaceptable por la razón con lo que muestra sin laberintos que dos y dos son cuatro? ¿Hay en el cerebro -y en la mente, por tanto- una micra de antena telescópica que recepciona otros mundos, otras concepciones, espiritualidades, éxtasis, superpoderes, telequinesias...? Si aún sigue vigente el "solo sé que no sé nada" y el "cogito ergo sum" ¿por qué no creer que el hecho de que no sepamos unificarlos no impide que algún día lo hagamos? 

O bien: que aceptar que hay cosas incomprensibles ya es comprender.


Sandro Botticelli

 


martes, 26 de marzo de 2024

Traducción - Boccaccio: Il corpo di Fiammetta (versión propia).

Gershwin interpreta su Rhapsody in Blue

Decamerón, III, 10
Il corpo di Fiammetta

Caminaba Alibech por el desierto 
en busca del Buen Dios para ofrecerle
por siempre su hermosura y castidad.
Encontró, así, la joven a Ermitaño, 
un triste anacoreta, quien le dijo
que la mejor manera de agradar
a Dios, su Trinidad y Santidades,
era metiendo al diablo en el infierno.
Alibech le rogó que le enseñase
a hacer gozar a Dios de esa manera.
Ermitaño, sintiendo hambre divina
al contemplar aquella carne humana,
le contestó que toda mujer tiene
un infierno, y todo hombre su diablo.
-Pues éntrame en mi infierno tu demonio, 
si es tan fácil glorificar al cielo.
Con lo cual el asceta, desnudando 
ambos cuerpos, lanzó su diablo en ristre
hasta que vomitó todo su fuego
en el averno de la virgen, quien
sintió que la oración la enardecía.
Y tanto le plació a esta la liturgia 
de agradar a su Dios que a cada instante
quería rezar más, y mucho más;
e instaba al Ermitaño a que metiera
su orgulloso demonio en su volcán
una vez, y otra vez… Pero el asceta,
alimentado solo con ayunos 
y algunas pocas hierbas durante años,
no podía con tanta devoción;
y, pues desfallecía por instantes,
dijo que su demonio, escarmentado
con tan grande castigo, había muerto.
Fue así como Alibech volvió a iniciar 
su peregrinación glorificante;
y tanto diablo castigó en su infierno
que el mismo Satanás, ya intimidado
por el rusiente fuego, rogó a Dios
que lo volviese al cargo de Luzbel. 



Arniches: La señorita de Trevélez

 


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lunes, 25 de marzo de 2024

El más poetazo entre mil


El poeta
Poeta desafinando

Leía un poetazo un gran poema
de un autor que entendía la poesía
como un trasunto de ludopatía,
y era la estupendez su único tema.

Y se dijo, soberbio y con gran flema:
Tráiganme un diccionario y cena fría
y antes de que amanezca el nuevo día
os daré versos de belleza extrema!>.


Y, así, trazó sobre el papel "estética",
"mentecatez, "asnalia", "taxi", "yo",
"cogitación", "estrábico", "ignorancia"...

Batió el léxico, hallóle una poética 
zarrapastril: y el alba contempló 
un bodrio excrementando su fragancia.