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miércoles, 13 de marzo de 2013

Autoelegía


Ligeti: Lux aeterna

Autoelegía

Durante muchos años me salvó de la muerte
la fe en que el sufrimiento era el fiero tributo
que la existencia exige al auténtico artista.
El trágico heroísmo de soportar la vida
a fin de conseguir una obra indeleble
me concedió el valor y la tenacidad
de un sísifo orgulloso; y bajé a los infiernos
cuantas veces supuse que traería la llama
de inmortales verdades que legar a los hombres.
Yo buscaba la obra perfecta y memorable
en versos tan exactos en su ensimismamiento
que olvidaban al hombre y eran tan solo esfinges.
Después miré a los ojos de la palabra y supe
que la poesía es solo hallarle al corazón
la sustancia verbal que permite escucharlo,
y que dar nuestra voz a quienes no la tienen
es el acto mayor de solidaridad.
Hoy sé que nada he escrito sino mi propia fábula,
algunas elegías y un himno inacabado.
Aunque nada me duele tanto como saber
que el hombre cotidiano padece de otras ansias
y mi hambre metafísica no ha de saciar su sed.