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martes, 10 de junio de 2014

33 Laconismos (Octava Serie)



Mendelssohn: Canción sin palabras

Despojamiento lacónico

233.- Nunca se rompen los lazos con los seres que amamos. 
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234.- La poesía es la filosofía liberada del silogismo: es la ideología del corazón que predica que todos nos emocionamos ante las mismas cosas y da fe de esa emoción equilibrando la palabra que logra contener, domesticar, definir y transmitir los sentimientos.
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235.- El sentimiento une a los hombres; el pensamiento los separa.
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236.- No existe afrodisíaco mayor que una inteligencia sensitiva en una personalidad enigmática e inidentificable.
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237.- Nada vale el poema que no alumbra el corazón y la existencia... Nada vale el poeta que escribe para los poetas y no para los hombres. Nada vale el artista que no crea para el hombre que hay en el artista. 
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238.- Dejar de vivir por intentar comprender la vida es la peor de las derrotas: y un fracaso culpable.
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239.- Los grandes hombres son admirables por parecer dioses a pesar de ser exclusivamente hombres.
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240.- El aplauso de la multitud no supone un mérito, sino, tristemente, que el aplaudido se parece a esa muchedumbre sin rostro propio y con identidad de nadie.
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241.- La tecnología ha cambiado la sociedad, no al individuo. Vivimos en una Antigüedad tecnologizada y seguimos siendo griegos y romanos.
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242.- Saber que el gozo de vivir se acabará no debe impedir que gocemos del placer de estar vivos.

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243.- A menudo, la grandeza perdurable de un hombre nace de la fragilidad de su vida y la miseria de su cotidianidad, afrontadas como un reto.
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244.- El corazón siempre es más grande que cualquier filosofía.
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245.- La belleza -la grandeza- solo adquiere su verdadera dimensión si se conoce la fealdad -la pequeñez- desde la que se consigue.  
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246.- El Amor es la única trinchera de este mundo.
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247.- Si la libertad nos concede el derecho a ignorar, la responsabilidad nos exige la obligación de saber.
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248.- No dejes de hacer ahora lo que debieras haber hecho antes: gozar el erotismo del instante, su vívida lujuria, el fuego existencial.
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249.- Para empezar a creer hay que empezar por dudar.
Pero es mejor intentar creer en el hombre que en cualquier dios.
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250.- La fe es el repudio de la razón; y, por lo tanto, la negación del hombre.
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251.- No creas que lo que escuchas es lo que está diciendo el otro: la mayoría de las veces oyes lo que temes que van a decir o lo que te gustaría que dijeran. 
Así que no te extrañe que la conversación derive en disputa y que, a pesar de vivir en un mundo de comunicaciones, apenas haya quienes se entienden.
Como no se ve bien más que con el corazón, el corazón emponzoñado es ciego. 
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252.- Quienes confían en un Dios que resuelva sus problemas no potencian su voluntad para resolverlos; debilitan su personalidad, aunque parezca que la acrecen: porque su esperanza no está en las propias fuerzas, sino en las de un gigante desconocido que tal vez recuerde que debe protegerlos, no humillarlos.
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253.- ¿Hay otro compositor más todopoderoso que Bach?
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254.- Convertimos en paraísos nuestros sueños porque necesitamos creer en ellos, y viene la hipérbole a exagerar su existencia, y el desencanto a destruirlos.
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255.- Aceptar las derrotas de la vida es aprender a vencerlas.
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256.- Cuando callan los conocidos que siempre se sienten obligados a decir algo, y que algo dicen los desconocidos que no tienen por qué hablar, pienso: algo bueno he hecho.
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257.- El amor empieza cuando se acaba el enamoramiento.
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258.- Nada nos hace más fuertes que sentir que nos azota la injusticia.
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259.- El suicidio es el único acto de amor que uno puede darse a sí mismo.
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260.- El temor al fracaso es lo que impide conseguir muchos triunfos.
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261.- Nos concedemos seguir viviendo porque no sabemos cuándo vamos a morir: y ese enigma nos atrae incluso con más fuerza que el del suicidio. 
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262.- La naturaleza humana es tan contumaz que no rectifica sus errores en cuanto los comete, sino que busca otra persona con la que exonerarse al acusarla. Prefiere decirse que "el infierno es el otro" en vez de asumir que "el infierno está dentro de nosotros". En lugar de apagar el propio fuego prefiere quemar el corazón ajeno.
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263.- Pocas cosas hay más sencillas -y difíciles- que decir "lo siento" y continuar ejercitando la buena voluntad.
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264.- Somos demasiados intentando convivir, sobresalir, competir, triunfar... y creyendo que el aplauso de la multitud supone un mérito y no, tristemente, que el aplaudido se parece a esa muchedumbre sin rostro propio y con identidad de nadie.
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265.- Dos cosas hay que conducen al desencanto y a la depresión profunda: la muerte de los paraísos de la infancia y comprobar que también es un espejismo la persona en la que has creído ver una breve encarnación de ese paraíso: la amada, el hijo, el héroe, el arte.

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