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domingo, 21 de diciembre de 2014

El abrazo eutanásico

Arvo Pärt: In memorian B. B.

No quería morir sin recordar vívidamente, físicamente, sin que su carne sintiera una vez más la sensación de amar, sin que sus sentidos se embriagasen, se tensaran sus músculos, el placer la extenuase, sus gritos no pudieran contenerse. ¿No dicen que eros y tánatos conforman la misma moneda?
     ¡Había sido tan feliz junto a su amado!
     Ahora, cada vez que la muerte asomaba por la puerta, lo veía tras ella, deteniéndola y acercándose él para besarla, entrándose en su lecho, apartando las sombras, incrustándose en ella, subiéndola al amor.
    Pero aquel que la amó durante tantos años había marchado ya más allá de la carne.
     Sin embargo, y a pesar de lo que había creído desde aquella pérdida, su corazón enfermo se volvió a enamorar, y ella soñaba que era de nuevo arrebatadamente poseída, hendida, derrotada por la pasión del beso y el abrazo, ascendida a los límites del vértigo.
     Y un día -no era un sueño- aquel hombre fugaz besó sus ansias, descuartizó su entraña, le dio algo que sentir y recordar corporalmente mientras su vida continuaba fluyendo hacia la muerte.

El abrazo indomable

Monólogo del cisne (El abrazo imposible)

El abrazo entre plumas

El abrazo en el cuadro

El abrazo inasible

El abrazo iniciático

El abrazo sin plétora.

El abrazo dulcífago

El abrazo inedénico

El abrazo a la muerte.

Como si fuera mi Autobiografía (El abrazo final)

El abrazo interrupto

El abrazo cautivo

El abrazo inmortal

El abrazo caníbal

El abrazo coital

El abrazo placebo

El abrazo sin rostro

El abrazo perdido (Carpe diem).

El abrazo truncado

El abrazo suicida

El abrazo invasor

El abrazo de plástico

El abrazo no dado.

El abrazo dichoso

El abrazo a la vida

El abrazo sin cuerpo

El abrazo ataráxico


El abrazo amoroso

Durero